Mauri, a puertas de la libertad

Yesenia Jaimes se despide de Mauri, el mono cariblanco al que salvó de una muerte segura

Jueves, 14 de julio de 2016.Yesenia Jaimes es uno de esos ángeles que andan por el mundo y que no necesitan exhibir aureolas sobre su cabeza, alas en sus espaldas y mucho menos entonar canticos a baja voz acompañados de  quedos trinos de laúdes para que se les distinga como tal.

Su calidad de “santa” se lo otorga la misión emprendida hace ya varios años, cuando en su humilde rancho ubicado a un costado de la transversal Metropolitana, en cercanías al barrio García Echeverry y bajo las condiciones más paupérrimas de vida, construyó un refugio para animales que hoy alberga a 40 perros y 70 gatos; todos con un común denominador: fueron recogidos en las calles de la ciudad.

Yesenia como cualquier San Francisco de Asís tiene un compromiso de vida con todos los animales. Por esta razón argumenta con claridad que ellos (los animales) no tienen voz para reclamar una ayuda y, necesitan tanto como nosotros de quien les brinde una mano, quien les provea un alimento o simplemente, quien les brinde una caricia.

En medio de este apostolado por los animales, Yesenia se encontró un buen día comprometida con el tema de rescatar y salvar a Mauri, un mono cariblanco que estaba a punto de ver terminado su ya bastante sufrido transito terrenal tras haber dado muerte a un pisco que atravesó sus espacios donde, en defensa natural de su territorialidad, le dio muerte.

¨Me daba mucha lástima ver al monito todos los días bajo un improvisado techo de cartón, con un pedazo de mango o una galleta que era todo lo que le daba de comer un vecino, a quien por todas las formas posibles le venía proponiendo que me entregara el mono y ahora, tras la muerte del pisco, estaba segura que sus horas estaban contadas, pues con certeza a su llegada del trabajo y enterado del insuceso, vendría la cruenta y probablemente fatal reprimenda¨, contaba la señora Yesenia.

Yesenia esperó con paciencia que su vecino apareciera y con un billete de 20 mil pesos, una fortuna dada su condición de pobreza, le ofreció comprarle a Mauri. ¨Era la única salida o cuando se enterara lo mataría, era una reacción muy probable dado que era reconocido por su temperamento y agresividad¨, aseguró.

La historia oscura de Mauri

Mauri es un mono cariblanco (Cebus Albifrons) como se le reconoce en Santander o capuchino como también lo llaman en otras partes del país. Es una de las especies de monos de mayor presencia en el país y aunque no es una especie en peligro de extinción, de hecho el hombre, su principal enemigo natural, lo ha categorizado como uno de sus trofeos de caza tanto para usarlo como mascota, realizar en él las mil y una pruebas de laboratorio e incluso, en algunas poblados de los llanos orientales, convertirlo en un plato exótico y muy apetecido.

Mauri tuvo la mala fortuna de haber sido capturado muy pequeño. Su destino fue convertirse en mascota, atado a una cadena que condicionó su libertad a un espacio de dos metros.

La nueva vida de Mauri

En Cabildo Verde de sabana de Torres, interactúan los animales con su hábitat natural siguiendo protocolos que garantizan su adaptación a una nueva vida en libertad.

Yesenia lo tenía claro. El esfuerzo de comprarlo para salvarlo de una muerte segura, no tenía como fin que Mauri continuara siendo un esclavo de esa cadena y por eso no dudó en comunicarse con el Área Metropolitana de Bucaramanga, conocedora como era de las invitaciones que había escuchado sobre la necesidad de devolver a su habitat natural a las especies de fauna silvestre.

Con apoyo de sus invaluables aliados de la Policía Ambiental Metropolitana, se adelantó el proceso de recepción de Mauri y el comienzo del proceso de liberación que pasa por su atención primaria por parte de médicos veterinarios especializados, quienes se encargan de atender sus requerimientos primarios, antes de ser trasladado a la Reserva Natural de Cabildo Verde en Sabana de Torres, en donde ingresa a un proceso de rehabilitación que incluye la interacción dentro de los de su misma especie.

Por Cesar Mauricio Olaya Corzo

 

 

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