Los parqueros se convirtieron en Agentes de Cultura Ambiental y ahora no sólo cuidan parques sino que promueven mejores prácticas con el entorno urbano

Bucaramanga, diciembre 9 de 2014: 154 personas, entre hombres y mujeres, habitantes del área metropolitana y ciudadanos con una profunda vocación de servicio, son los integrantes del grupo de  Agentes de Cultura Ambiental que el AMB mantuvo durante todo el año 2014 para el embellecimiento de nuestros parques y la promoción de buenas prácticas con el entorno natural urbano.  

Son ellos los encargados de limpiar, cortar, podar y preservar los pulmones verdes, pero también los nuevos impulsores de la selección en la fuente, el reciclaje, la defensa de los animales, el cuidado de plantas y la transmisión de valores ciudadanos en el área metropolitana

Al consolidar los datos de estas personas y al establecer una comparación por género,  se concluye que el 47% de estos Agentes de Cultura Ambiental son mujeres y el 53% hombres.

Por origen territorial, se destaca que el 61% de los agentes son oriundos del AMB, el 23% vienen de otros municipios de Santander y el 16% provienen de otros departamentos de Colombia.

En cuanto a su grado de formación académica, 11 de estos trabajadores tienen nivel educativo superior a bachiller, 74 alcanzaron el titulo de estudios secundarios, 68 tienen primaria o nivel inferior a secundaria y solo 1 es iletrado.

En cuanto a sus relaciones de pareja, se resalta que el 58% de los agentes vive en pareja, 39% no tiene una relación y el 3% no dieron información sobre este asunto.

Digno de tener en cuenta e importante desde el punto de vista social y económico, se resume que entre los 154 servidores ciudadanos, existen 351 personas que sobreviven de los ingresos que devengan estos Agentes de Cultura Ambiental.

Historias de vida de buenos ciudadanos

Lo que antes con mucho cariño se denominaban parqueros hoy se han convertido en Agentes de Cultura Ambiental, o sea nuevos vecinos que vestidos de rojo y jean, cuidan desde muy temprano y hasta que el ocaso, nuestros parques y jardines comunes.

 

Ana Delfina Jerez, es la agente ambiental del parque del Barrio Álvarez. Ella como mujer cabeza de familia, madre de cuatro hijos y abuela de uno, comienza su jornada con las primeras luces del día.

Vive en una humilde casita en cercanías al kilómetro seis de la vía a Cúcuta, al oriente de la ciudad, en los alrededores de la Comuna 14. Desde allí desciende a pie todos los días para que al cabo de 45 minutos, inicie labores a las 7 de la mañana.

El rastrillo, la escoba, los sacos en los que selecciona los materiales que va recogiendo del parque que la iglesia divide en dos y que desde este año le fue sido asignado, pues en el 2013 hizo trabajos similares en el tradicional Parque de La Concordia.

¨Solo quiero que la gente vea en mí una amiga, una persona que está para colaborarle y no para estar como a veces me toca, insistiéndoles que un parque es un lugar para el sano disfrute, para compartirlo y para sentirlo parte de nuestro hábitat urbano. Disfruto mi trabajo y cada día, cuando tomo el bus hacia mi casa, cuando me despido de mis jardines, puedo sentirme más bumanguesa y mejor persona con mi ciudad¨.

El buen vecino de Sotomayor 

  

Gilberto Soto es otro Agente de Cultura Ambiental que se siente feliz y muy orgulloso de la misión consistente en el cuidado, mantenimiento y preservación de estos escenarios urbanos dispuestos para disfrutarlo.

Este hombre que tiene bajo su tutoría tres parques vecinos en el barrio Sotomayor, nació en el municipio rovirense de Capitanejo a orillas del Chicamocha.

Su labor diaria se desarrolla en los parques Turbay, Benjamín Herrera y San Pedro.

Desde los doce años vive en nuestra ciudad y es testigo y testimonio vivo del crecimiento y desarrollo de algunos de sus barrios, como quiera que integró eqiipo operativo que construyó los colectores de aguas lluvias.

Hoy, Gilberto Soto, como Agente de Cultura Ambiental, no olvida que las grandes empresas nacen de ideas primarias y por eso está empeñado en cumplir con una misión en sus parques y es enseñar a la gente a conocer lo que se tiene, para que le cojan cariño y pertenencia.

¨Yo le hablo a la gente de cada árbol, les cuento de los procesos que a lo largo del año registra la ceiba, los problemas que se derivan de dejar avanzar la presencia de la planta parásita llamada Pajarito, la necesidad de cuidar la palma del gusano de seda que se la está devorando desde adentro y en fin, les hago tomar conciencia de que cada problema que presente uno de estos arbolitos, nos afecta a todos los que vivimos cerca del parque y disfrutamos de él, es lo que los técnicos llaman conciencia ambiental¨, dice el señor Soto.

 

 

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